Lugar: Muelle de Porís de Abona, Arico
Fecha: 19/1/2011
Profundidad Máxima: 20,5m
Hora de entrada: 16:00
Duración: 82min
Temperatura: 21ºC
Compañeros: Adrián y Sacha
Hoy nos dio por explorar un poquito. Un compañero le había comentado a Adrián que se podía hacer una inmersión «facilita y bonita» en el Porís así que nos documentamos un poquito en Internet y ¡a la aventura!
El día de película, un sol fantástico y la mar echada con un fondo que de veía cristalino desde el muelle. Tras aparcar a escasos metros del muelle y equiparnos no metimos, con la calma que da tener el sol de la tarde, en un agua que estaba casi calentita. Nada más entras, el azul ya prometía.
La inmersión, con bien decía el compañero de Adrián, es muy muy fácil. Simplemente sales del muelle bordeando una hermosa pared que siempre tienes a la izquierda. A la media botella, pueso lo propio, das media vuelta y haces lo mismo pero con la pared esta vez a tu derecha; no tiene pérdida.
Se ve que la vida está un poco castigada y no lo digo solo porque todas las piezas comestibles que se veían eran de tamaño reducido sino porque entre otras cosas vimos un pulpo con un arpón clavado (fijarse bien en la foto donde aparece un pez trompeta y una fula blanca; sobre la fula verán el pulpo enrocado con el cacho varilla clavada. Vi la varilla cuando tomaba la foto pero al pulpo no lo vi hasta llegar a casa: Me van a acabar llamando Mr. Magoo). También, al salir nos encontramos con un cazador con un fusil de metro y pico. Por la forma tan tranquila que tenía el chico de entrar al agua, supongo que será zona autorizada para la pesca submarina, noble arte también donde las halla.
Bueno, siguiendo con la inmersión, he puesto un par de fotos de la Virgen que han puesto a la salida del muelle a la que un gallito le daba mimos y carantoñas. Lo más hermoso de esta inmersión es poder navegar a lo largo de la pared con sus hemorsas formas salientes, arcos y pequeñas cuevitas.
Como nos metimos con 15 litros pudimos avanzar bastante y toda la aleta dada tuvo su recompensa al descubrir que donde terminaban las inmersiones de los buzos novatos empezaba la verdadera vida del Muellito del Porís. Una simpática pico-pato, y digo simpática por lo mucho que abría la boca para sonreirnos, posó para nosotros cambiando incluso de posición para deleite de este foto-sub aficionado. Un poco más allá un murión curioso y su hermano pequeñito (con un poco más de mala leche) nos esperaban también para demostrar que ya, a partir de los 15 metros los habitantes submarinos del Porís conseguían resistir.
Ya de vuelta buscábamos a un pez medio extraño que habían visto por el sebadal caminando, sí, caminando y no nadando. No lo vimos pero ¡bien! así tenemos excusa para volver y espero que sea pronto.