Lugar: El Cañón, El Hierro
Fecha: 12/02/2011
Profundidad Máxima: 28m
Hora de entrada: 12:05
Duración: 57min
Temperatura: 20ºC
Compañeros: Adrián, Paco y Sacha
Tras un descansito de una hora en el puerto para reponer las fuerzas gastadas en nuestra primera inmersión en el Bajón, Paco quería llevarnos a un punto que estuviera cerquita y propuso «El Cañón». Es de esas inmersiones que están en la parte este del muelle (saliendo a la izquierda) y sólo se pueden hacer cuando el mar está muy calmado y no pega mucho el viento así que como la climatología acompañaba pues a eso nos pusimos. He de admitir que me faltaba un poquito más de sueño de la noche anterior y el cuerpo no lo tenía del todo afinado por lo que entré en el agua ya tiritando de frío. «Enseguida caliento el neopreno» -me dije así que me envalentoné y «pal agua».
Paco nos comentó que esta inmersión puede llegar a tener tanta o más vida que El Bajón, pero en esta ocasión, todos los bichos se habían mudado a otra parte y no resultó todo lo lucida que esperábamos. Esto del submarinismo ya se sabe que también depende del la suerte que a un le toque en cada inmersión y con la inmersión de antes nos había tocada la «cirsa» así que ésta estuvo un poco más tranquilita aunque… y sigo contanto…
«El Cañón» no toma su nombre porque se divise algún arma de gran calibre sino por la orografía de su fondo. El cañón lo cruzamos al poco de entrar y nos avisaron de que lo hiciéramos a media altura pues al final del cañón sí tendríamos que descender un poco hasta encontrar una cueva repletita de jureles. Pues la cueva no estaba repleta de jureles sino «infesssstada» de jureles que al vernos salieron escopetados en bandada removiendo el fondo arenoso dificultando muchísimo la toma de instantáneas. En la cueva veríamos también algunas ramas de coral y pude cuadrar alguna con jureles, coral y Adrián pidiendo paso entre la multitud. Es una gozada encontrarse entre tanto dicho pues los jureles salían de y pasados unos segundos regresaban a su cueva por lo que el tránsito de pececitos no paró ni un instante.
El frío atacaba y para evitar entrar en deco no nos demoramos muchos en el fondo así que tocó regresar ascendiendo por una pequeña garganta donde nos encontramos con un murión que no parecía de El Hierro pues al contrario que sus amigos de El Bajón éste se nos mostró muy muy tímido. Ya en la plataforma y cerquita del ancla nos visitaron 4 gallos azules que pasaron muy cerquita. Mientras Paco plegaba el ancla e iba subiendo por el cabo nos entretuvimos con otro murión que sí se dejó hacer unas fotillos, pero no aguanté mucho. Había sido un comienzo de jornada demasiado duro para mi body y la tembladera de frío ya era exesiva así que comenzamos a subir muy lentamente hasta la parada de seguridad. Al ordenador de Adrián le marcó una parada de 6 minutos pues le entró en deco así que como buenos compañeros nos quedamos los dos colgados del cabo hasta haber cumplido holgadamente la tarea de descompresión. Al llegar a supeficie el cuerpo no me aguantaba más y la cabeza ya me daba vueltas así que seguí mi instinto y me puse a «dar de comer a la bogas» (lo siento por quien no entienda esta expresión pues no voy a explicarla en este blog). Tras este brevísimo episodio, mano de santo, se me quitó todo y llegamos a puerto felices y contentos.
No sería hasta llegar al club que le tocó también a Adrián su mareo de castigo por estar «garimbeando» la jornada anterior.
Una para aprender…